Creo que hay una estrecha relación entre el espíritu y el cuerpo, comunican entre sí sus destinos. El ojo escruta y el hombre camina y evoluciona.
Es el movimiento un mecanismo imperceptible de soledad y de silencio, de autonomía, de armonía en voz baja, conocimiento desde el interior, de dentro.
El agua oscura del metal, la superficie brillante refleja nuestro espíritu. Luz de ida y vuelta, sorpresa de nosotros mismos.
Caminamos por esta montaña de fuego y nos alejamos en pos de la oscuridad. Mujeres y hombres en la montaña, en el valle, en el mar o en el cielo, o en lo que queda de todo eso, en la imaginación.
La imaginación genera el conocimiento y el fuego resurge y se adivina en nuestra mano.
Una mano, el instrumento que sostiene y equilibra, permitiendo el tránsito entre el huracán de la locura y la calma de la reflexión.
Tránsito, comunicación entre tú y la tierra. Trazo, línea.
Gran mancha de árbol que se arrima a un hombre.
Alguien sale corriendo, tal vez aturdido. Un hombre coyote, sigue sus designios.
Hoy, demasiadas banderas ondean aquí donde el aire es escaso. Y no nos dejan ser, pero somos.
Somos la línea que traza la unión entre tú y la tierra, como esa mancha de color que genera la melodía del destino, ese enigma que buscamos caminando y decidiendo.
Texto de Antoni Alcàsser para el Catálogo de la exposición Homo mòbil.
El Antiguo Ayuntamiento de Tarragona, se consolida desde el año 2000, como un espacio de exposiciones de arte contemporáneo. Y en este mismo año tiene lugar la exposición “Homo mòbil”, veinte piezas en su mayoría grabados en negro, óxidos y marrones. El tema explora el movimiento humano en su forma más esencial, hay un acercamiento al mundo animal donde no hay poses, donde cualquier posición es genuinamente espontánea. También hay una atracción hacia la pintura prehistórica donde lo superfluo no tiene lugar. Úrsula Pérez Diario de Tarragona. Jueves, 8 de junio de 2000.
(Enero del 2000 Escola d’Art i Disseny de Tortosa. Mayo del 2000 Cercle de Belles Arts de Lleida.)